Esperar la respuesta de una (querida) mujer, el resultado de algún examen, la llegada de papá, mamá o mi hermana, etc. La cabeza a veces te juega una mala pasada, y cuando menos te lo esperas, el mensaje llega, alguien regresa y agradeces al universo no haber cedido ante esos malos pensamientos.
Ser paciente es difícil, no todos tienen ese don, pero se trabaja y se logra guardar la calma incluso en aquellos momentos donde es más probable sufrir de un infarto por la angustia que acabar bien parado.
Agradecer cada segundo que pasa es algo que me ha ayudado mucho para luchar contra mi poca paciencia y sobre todo mi intolerancia. Por ejemplo ahora que aguardo con ansias un "tiempo fuera", aún no se me da pero tengo esperanza en que llegue. Éstas cosas toman tiempo, y prefiero no hablar de amor pero creo que mientras me acerco hago lo posible por tomar esa distancia para proteger mis defensas, porque ya estuve en el hoyo muchas veces, no volverá a pasar. Nadie ha venido al mundo para esperar demasiado por algo o alguien que no quiere aparecer. Dios no nos ha dado piernas para correr tras una persona que no está dispuesta ni a caminar por ti, y eso va para todos. Usa esas piernas para hacer feliz a tu familia, y sobre todo, a ti mismo, que es quien en realidad importa. Sólo Tú.
Y éste es un fragmento (mi favorito) del poema "Invictus" del poeta William Ernest Henley (1849-1903) que siempre me llena de confianza para salir a pelear. Siempre me levanto, y contra todo pronóstico lo logro.
"Más allá de la noche que me cubre,
negra como el abismo insondable,
doy gracias al dios que fuere
por mi alma inconquistable.
En las garras de las circunstancias
no he gemido ni llorado.
Sometido a golpes del destino
mi cabeza sangra, pero está erguida..."